Introducción
La partería en las comunidades afrocolombianas es mucho más que una práctica de asistencia al parto. Es una manifestación profunda de conocimiento ancestral, de cuidado comunitario y de conexión espiritual con la naturaleza y los ciclos de la vida. En territorios como el Pacífico colombiano —especialmente en los departamentos de Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño— las parteras han sido históricamente guardianas de la vida, la salud y la cultura afrodescendiente. Este artículo explora el valor histórico, social y cultural de la partería afrocolombiana, su rol en la salud comunitaria y los desafíos que enfrenta en el contexto actual.
La ancestralidad en la partería afrocolombiana
La partería afrocolombiana hunde sus raíces en los saberes traídos desde África por las mujeres esclavizadas, quienes durante siglos mantuvieron y adaptaron sus conocimientos medicinales, espirituales y de atención al parto en el nuevo mundo. Estos conocimientos fueron transmitidos oralmente de generación en generación, integrándose con la medicina tradicional de los pueblos indígenas y con elementos de la espiritualidad afroamericana.
Las parteras no solo atienden nacimientos; también preparan a la madre durante el embarazo, acompañan el posparto, cuidan al recién nacido y a la familia, y ofrecen remedios naturales para múltiples dolencias. Su práctica se basa en la observación, la intuición y un conocimiento profundo del cuerpo, las plantas medicinales, los ciclos lunares y las señales del entorno.
La partera como figura central en la comunidad
En muchas comunidades afro del Pacífico, la partera es una figura de autoridad, respeto y afecto. No solo es reconocida por sus habilidades, sino también por su rol como consejera, sanadora y guía espiritual. La comunidad confía en ella como un pilar de cuidado y sabiduría, sobre todo en zonas donde el acceso a servicios de salud es limitado o inexistente.
Además, las parteras ejercen su labor de forma solidaria, no movidas por el lucro sino por el compromiso con su gente y el deseo de preservar la vida y la salud en condiciones adversas. Su saber está basado en la experiencia y la observación empírica, pero también en una ética del cuidado que trasciende lo médico y entra en lo espiritual y lo simbólico.
El cuerpo, la espiritualidad y el entorno
La partería afrocolombiana se basa en una visión holística del ser humano. El cuerpo de la mujer gestante es visto como un territorio sagrado que debe ser preparado y cuidado. Las parteras utilizan baños de hierbas, sobadas, rezos y cantos para acompañar los procesos del embarazo y el parto. Se cree que el estado emocional de la madre influye en el bienestar del bebé, por lo que la armonía espiritual es fundamental.
Asimismo, las plantas medicinales —como el ruda, el toronjil, el anamú o el paico— son protagonistas en esta práctica. Cada planta tiene un propósito y un espíritu, y el uso adecuado de las mismas exige respeto y conocimiento.
Desafíos contemporáneos y reconocimiento legal
A pesar de su importancia histórica y cultural, la partería afrocolombiana ha sido históricamente invisibilizada por el sistema de salud occidental. Sin embargo, en los últimos años, organizaciones de mujeres parteras y procesos comunitarios han logrado avances significativos en la visibilización y reconocimiento legal de esta práctica.
Gracias a la lucha de estas mujeres y sus comunidades, hoy la partería tradicional ha sido reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación por el Ministerio de Cultura de Colombia. Asimismo, se han creado redes de parteras como la Asociación de Parteras Unidas del Pacífico (ASOPARUPA), que promueven la formación, el intercambio de saberes y la defensa de los derechos de las parteras.
No obstante, persisten desafíos como la falta de apoyo institucional, la desvalorización de los saberes tradicionales y la amenaza de la estandarización médica. Por ello, es fundamental seguir fortaleciendo estos procesos desde un enfoque intercultural que reconozca y articule los distintos sistemas de salud.
Conclusión
La partería afrocolombiana es un legado vivo que encarna la resistencia cultural, la sabiduría ancestral y la defensa del derecho a nacer con dignidad. Las parteras no solo traen niños al mundo: traen consigo una forma de entender la vida, de cuidar y de sanar desde el amor y el conocimiento profundo del cuerpo, el alma y la tierra. Proteger y valorar esta práctica es un compromiso con la memoria histórica, la equidad en salud y el respeto por las formas diversas de vivir y cuidar.
